El vaso medio lleno

El vaso medio lleno

Racing empató 1-1 con Unión, en Santa Fe, en el debut en la Copa de la Liga, con sensaciones diversas: tuvo el control en el mayor tramo del partido, mostró firmeza en varios chicos y en las presentaciones de Almendra y Quintero y acumuló chances para sellar la victoria. Sin embargo, un desajuste en defensa le dio chance al local de llegar a la igualdad.
Con la proximidad del inicio de la llave de cuartos de final de la Copa Libertadores, Racing abrió la nómina y amplió la base. Con la necesidad de preservar a los jugadores con ligeras molestias físicas y la ausencia por suspensión de Piovi, Fernando Gago rotó nombres y esquema. Hubo regreso de línea de 5/3, con laterales subidos, presentaciones (Almendra y Quintero) y la savia del Tita, con Rubio de líbero, Vera en el eje para aportar corte y Rodríguez alternando como extremo o interno por izquierda.

La posesión y los movimientos al compás de la pelota funcionaron a pleno durante algo más de 20 minutos, los primeros, en los que Racing se puso 1-0 con la pelota capturada por Martirena, su asistencia a Baltasar y la definición, fuerte y precisa. Hubo, también, un breve receso en el que la bola se perdió y alimentó el ímpetu de Unión para el juego largo y por arriba. Un par de cabezazos sin riesgo y un tiro libre de Zenón resuelto por Tagliamonte funcionaron como despertador. A cargo del control Racing marcaba territorio.

Ese control parecía a salvo en la reanudación porque la tendencia se afirmaba, pero una equivocación llevó a la paridad: Tagliamonte le puso los puños a un centro bajo y la consecuencia fue lógica, con rebote en Morales (no remató al arco) y empate. Si bien Unión sumó un par de aproximaciones nítidas con un cara a cara de Dómina con Taglia (atoró bien) y un cabezazo de Calderón, Racing sumó ataques que justifican un reclamo de victoria. Otra vez con secuencia de toques, llegó a fondo con Rodríguez (tapó Moyano), un desborde de Galván resuelto con disparo en vez de asistencia a Ojeda y dos intervenciones de Hauche, la primera obturada por un defensor y la segunda finalizada ancha, sin otra oposición que la del arquero.

Queda un regusto por la victoria que debió haber sido; también la satisfacción por el desempeño general y lo que eso proyecta.

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