El plan de Cocca para desactivar a Racing

El plan de Cocca para desactivar a Racing

Hay un solo momento en el cual al fútbol lo rige cierta lógica. Cuando los entrenadores dibujan líneas y flechas sobre una pizarra, el juego se vuelve matemático: hay que encontrar la forma de que las fichas propias valgan más que las del rival en determinados sectores del tablero, en función de dónde se encuentra el espacio para atacar y dónde se pretende defender. Diego Cocca se siente cómodo cuando puede elegir su táctica a partir de la iniciativa rival, quizás por eso es que registra buenos números enfrentando a equipos grandes. En el juego de mesa, acertó.

La línea defensiva de Rosario Central jugó quebrada durante los 90 minutos de partido. Tanto Molina como Brítez, laterales del equipo de Cocca, tuvieron la responsabilidad de marcar de cerca a los internos de Racing, Barbona y Zaracho, sin importar a qué altura se parasen estos. Jugaron interiorizados, a los costados de Leonardo Gil y por delante de la línea de Rinaudo, con la idea de controlar la zona y de atacar rápidamente al rival que reciba. El acoso sobre los jugadores de Racing impedía que éstos lograsen ponerse de frente al arco rival para avanzar con cierto panorama o buscar líneas de pase hacia adelante. Al bloquear a Zaracho y Barbona (Rojas en el segundo tiempo), el juego interno de Racing quedó prácticamente desactivado.

Lógicamente, la decisión de Cocca sobre el posicionamiento de sus laterales acarreó diferentes movimientos en otros sectores del campo. Rius y Pereyra (Zabala en el segundo tiempo) debieron vigilar las subidas de los laterales de Racing. Caruzo y Novaretti no podían dudar a la hora de perseguir a Cvitanich y Lisandro López, éste último con habituales descensos a la zona de volantes cuando la pelota no llega, porque a sus costados estaban las zonas más desprotegidas la cancha. Y Rinaudo tuvo que estar atento, detrás de la presión del equipo, para salir a hacer coberturas por donde hizo falta.

Rosario Central dominó numéricamente la mitad de la cancha. Sus cuatro volantes, dos de ellos improvisados, se impusieron ante los tres de Racing, que en pleno partido alternaron sus posiciones: los primeros movimientos de los de Coudet fueron con Barbona y Zaracho más descendidos que González, ubicado detrás de los puntas, una estructura que no suelen formar. Después del gol de Central, quizás en la búsqueda de una variante que pueda contrarrestar esa congestión en la mitad de la cancha, González comenzó a jugar de volante central y los interiores más adelantados, pero ahí fue cuando Leonardo Gil se paró bien cerca del Pulpo y lo acompaño en todos sus movimientos. Poco pudo aportar Marcelo Díaz a esta batalla de números, porque cada vez que se adelantó, Gamba o Riaño lo encimaron, además de que su función principal fue sobrar detrás de los centrales para que éstos no queden mano a mano ante los dos delanteros rivales.

Es normal ver que Racing sostenga a una línea defensiva de cuatro entera solo con sus delanteros. Si Cvitanich y Lisandro se paran en los huecos entre los centrales y los laterales, suelen fijar a los cuatro. Entonces, ubica a sus interiores entre las líneas del rival, detrás de los volantes y delante de los defensores, porque si ahí logran recibir cómodos, tendrán opciones para lastimar. El domingo, ese espacio no existió, porque Rosario Central lo comprimió.

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