Pochettino: la historia de un Racing – Espanyol que no fue

Pochettino: la historia de un Racing – Espanyol que no fue

Cuando lucía el pelo largo y aún tenía que responer en conferencias de prensa cuáles eran los patrones de juego que sus equipos iban a tratar de ejecutar en una cancha, Mauricio Pochettino, debutante entrenador del Real Club Deportivo Espanyol, visitaba recurrentemente a Juan Manuel Canosa, otro argentino en Barcelona. Canosa vende vinos argentinos en la ciudad, un bien indispensable para el entrenador, que así como alguna vez confesó que se fue a jugar al Fútbol Club de los Girondinos de Burdeos porque considera que aquella ciudad francesa «es la tierra con el mejor vino del mundo», también relató en su libro que oler el vino argentino lo remonta a las alegrías más tiernas alojadas en su infancia, al olor a campo de su casa en Murphy, a la huerta y a los caballos, y que por eso le gusta destapar una botella de algún malbec argentino cuando está deprimido. El favorito de Pochettino era el Rutini Malbec, oriundo de la localidad de Coquimbito, en el departamento de Maipú de la provincia de Mendoza, aunque a veces elegía comprar cosecha tardía de esa misma marca o algo de la bodega Navarro Correas, también mendocina. Además de ser argentinos y amantes del vino, Canosa y Pochettino tienen otro punto en común: los dos son hinchas de Racing, y la actualidad del club siempre fue tema de conversación.

El actual entrenador del Tottenham conoció a Juan Manuel en 2005, cuando todavía era jugador de Espanyol y visitó la Filial de Racing en España por primera vez. Ese día, les confesó a los integrantes de la filial que tanto él como toda su familia eran hinchas de la Academia. También se comprometió a asistir a una fiesta que se celebraría ese año, pero por diferentes inconvenientes no pudo hacerlo. Sin embargo, esa no fue la última vez que Pochettino visitó la filial.

Meses antes de que comience la temporada 2009/10, el Espanyol preparaba la presentación del equipo, que en España suele funcionar como una excusa para montar partidos amistosos con grandes movimientos de televisación y sponsoreo. Pochettino quería a toda costa que el partido de presentación de su equipo sea contra Racing. Lo había imaginado todo: el equipo de Caruso Lombardi desarrollando una pretemporada en España, jugando contra el Espanyol y uno o dos rivales más. La idea era que, además de enfrentar al equipo del cual es hincha, Racing pueda ganar proyección internacional, que tenga visibilidad, que se hable de la institución en Europa. Un requisito excluyente era que al club le cueste nada o poco dinero trasladarse y hospedarse, que de ninguna manera le signifique un gasto superior al de una pretemporada en Argentina.

Durante los meses en los que la idea estuvo de pie, el diálogo con la Filial España Santiago Saccol fue permanente. La primera reunión fue en una famosa parrilla argentina ubicada en el centro de Barcelona. Todos en el salón miraban al entrenador de uno de los equipos más grandes de la ciudad, que estaba rodeado de otras seis personas: Germán Florentín y Juan Manuel Canosa, miembros de la filial, Ramón Planes, director deportivo del Espanyol, Felipe Álvarez de Toledo, Cónsul argentino en Barcelona y fanático de Independiente, un periodista de Mundo Deportivo y un directivo de Aerolíneas Argentinas. Comieron empanadas, carne, ensalada, tomaron vino y acompañaron el postre con café. Germán Florentín recuerda a un Pochettino sumergido en la actualidad del plantel de Racing, conocía a los jugadores y estaba al tanto de resultados recientes. Y después de cuatro o cinco horas de charlas futboleras, a Germán le quedó una sensación: lo único que faltaba era el “sí” de Racing, lo demás ya estaba.

El Racing de Santander estaba casi confirmado. También hubo charlas y reuniones con el Osasuna y existía cierta llegada al Valencia. Mediapro, grupo líder en producción y distribución de contenidos audiovisuales, accedió a facilitarle los derechos de televisación a los medios argentinos sin ningún tipo de costo para Racing y los ingresos de la publicidad estática del estadio le iban a corresponder al club argentino, dos beneficios que se le atribuyen en gran parte a las diligencias de Maurcio Pochettino, que luego de retirarse como futbolista hizo un Máster en gestión de empresas. Además, la filial tenía cubiertos los gastos de hospedaje, viajes internos y campos de entrenamientos.

Pero el plantel de Caruso Lombardi nunca viajó a España. Cuando estas gestiones comenzaron a desarrollarse en el viejo continente, Racing se estaba jugando la piel en Argentina. Tejió punto a punto una campaña que lo salvó de volver a jugar una promoción a una fecha del final del campeonato, gracias a una victoria ante Gimnasia de Jujuy de visitante, por 2 a 0 con goles de Franco Sosa y Leandro González. Ese contexto de incertidumbre de cara al futuro, sumado al habitual protocolo de improvisación que se ejecuta en el fútbol argentino, dilató las respuestas de Racing a la idea de Pochetino. Los tiempos eran (y siguen siendo) diferentes, y las demoras de la Academia contrastaron con la antelación con la que suelen manejarse los equipos europeos, hasta llegar a un punto en donde el Espanyol no pudo seguir a la espera de Racing y el partido se canceló.

Pochettino se involucró en roles en los que un entrenador no suele involucrarse para intentar que Racing viaje a Barcelona: presionó a los directivos, llamó a reuniones, insistió y se interiorizó en cuestiones relacionadas a derechos de transmisión y patrocinadores. Lo imaginó y estuvo muy cerca de concretarlo, con ayuda de la Filial España, en donde por supuesto que sobraba ilusión ante la posibilidad de ver a la Academia jugar en Europa. Sin embargo, la proximidad de Pochettino y Racing no se interrumpió. Porque en Barcelona el entrenador siempre necesitó de un malbec argentino, y esa necesidad siempre sirvió como una justificación para hablar de la Academia con Juan Manuel, y para masticar juntos la bronca de un Racing – Espanyol que no fue.

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