PUNTERO MOMENTANEO
Por terreno irregular o por exceso de riego que provocó más rapidez e imprecisión en el movimiento de la pelota, la causa casi resultó accesoria: el primer tiempo no mostró lo mejor de Racing, al que le costó la continuidad en el pase. No tuvo zozobras, salvo por un cabezazo de Sand en el inicio, porque Lanús escogió un esquema de repliegue con cuatro volantes ubicados cerca de la defensa y la misión de despegar por las bandas con Acosta y Cazal. Pero como Racing tuvo el control y se organizó para las eventuales coberturas ante pérdidas, el problema no radicó en la zona cercana a Arias, sino en la de enfrente. Porque faltó exactitud en el penúltimo eslabón de la cadena, ese que antecede a la asistencia. Sin fluidez en los metros finales, los pelotazos abundaron. Dos aproximaciones, ambas con Copetti (no pudo controlar antes de sacar el remate luego de una cesión exacta e Sigali y un cabezazo alto luego de una maniobra diagramada en la que habían intervenido Moreno y Alcaraz), fueron los indicios de la presencia ofensiva.
Racing no cedió en ambición; es más, se posicionó en terreno de Lanús -en la segunda parte apenas si ensayó alguna salida en contra-, insistió en la circulación y ganó cambio de ritmo y verticalidad con Gómez en lugar de Alcaraz. Pese a todo, le siguió costando prolongar los avances en secuencias. Sin embargo, jamás dejó de insistir. Y el 1-0, a los 36 minutos, nació con marca registrada: construcción en la salida, combinación entre varios con influencia de Sigali, Moreno y Rojas. La asistencia recta del paraguayo fue quirúrgica, allí en el hueco autogestionado por Copetti con su diagonal: derechazo de primera contra el palo izquierdo y convicción de lo que mejor está por venir.
Así de hermoso, Racing…