Nery Domínguez: ¿Cómo piensa el nuevo pilar de Racing?
A Nery Domínguez le pesaban en las piernas el cansancio que genera jugar entre semana y el clima caluroso y húmedo de una noche silenciosa en un Cilindro de Avellaneda vacío. Salió a jugar el segundo tiempo con las medias bajas, como curiosamente hacen muchos jugadores talentosos, de los más propensos a recibir patadas y que tal vez más deberían cuidarse las piernas. Y mientras clavaba pases rectos y dolorosos como puñaladas, su nueva estirpe dejaba ver una marca que la tela suele tapar: el escudo del Club el Torito, que lleva tatuado en la piel. Es un club de la zona norte de Rosario que le dio al fútbol local jugadores como Di María o Julio Zamora, donde Nery jugó desde el baby hasta primera y donde él cree que aprendió cosas que el profesionalismo no enseña. No siempre tenían los elementos para entrenar, a veces jugaban con menos de once porque no llegaban con los jugadores, la cancha tenía pozos y faltaba pasto, pero había que ir igual. Y había que ir con una sonrisa. Porque como dice un cartelito que cuelga en la entrada de la cancha principal del Club, no hay que olvidarse que esto es solamente un juego.
En uno de sus primeros días como marcador central de Racing, chupó un mate en el living de su casa y pensó que en diferentes momentos de su carrera Guardiola usó a Mascherano, Kimmich y Fernandinho como zagueros. Tres volantes centrales de origen. Porque si un equipo quiere atacar todo el tiempo necesita que su primera línea esté formada por jugadores que puedan sacar la pelota limpia, que se animen a trasladar y que tengan buen panorama. Aunque a algunos jugadores les cueste aceptar jugar en otras posiciones, él entiende que el fútbol va camino a ser dominado por jugadores polifuncionales, entonces pisando los 30 años recibe con los brazos abiertos la posibilidad de aprender una ubicación nueva. Ya es costumbre ver a Nery inflar el pecho, inclinar ligeramente el torso hacia atrás y golpear la pelota con el pie bien abierto, buscando un pase fuerte, raso y vertical para encontrar a un interno posicionado entre líneas y bien perfilado para controlar y continuar la jugada de frente a la defensa rival. Ese es el pase que lo distingue. Porque elimina un montón de rivales y porque acelera el juego. Fernando Redondo dice que el puesto de volante central te obliga a leer el juego, porque ahí se cruzan todos los caminos. Y hoy aunque Nery juegue de zaguero, lo ve todo con ojos de volante. Desde su lugar entiende que tiene un poco más de tiempo que antes para decidir por dónde tiene que ir la jugada, si hay que jugar en corto o en largo, si hay que acelerar o ralentizar y quién es el compañero mejor ubicado para que un ataque prospere.
Cuando llega a su casa después de jugar un partido, lo primero que hace es volver a jugarlo. Ve la repetición, primero porque disfruta de analizar el juego y segundo porque le cuesta dormir. Incluso cuando Racing gana partidos históricos, como el último Clásico de Avellaneda. Esa noche prácticamente no durmió porque su hombro lesionado no se lo permitió, entonces aprovechó para ver la repetición, con la piel de gallina. Cuando se acuerda de ese partido no puede evitar decir que Darío Cvitanich es un crack. Porque en el momento en que se paró al frente de la pelota para patear un tiro libre, un par de metros por delante de la mitad de la cancha y bien pegado a la banda derecha, levantó la cabeza y vio que no tenía ningún compañero libre y que encima Independiente tenía dos delanteros para la contra. Hizo dos pasos hacia la pelota mirando a Miranda, que se había parado como un segundo delantero junto al central rival más alejado. Frenó. Vio que Cvitanich marcó un pase hacia afuera. Dio un paso más y metió un derechazo bombeado, con mucho efecto, como para que después del pique la pelota baje la velocidad y que el delantero se arregle como pueda. Cvitanich hizo aparecer un espacio donde no había nada, Montoya se acercó a ayudarlo y pateó con fuerza porque había que patear, Miranda se abrió de piernas y Díaz hizo historia. “Cuando Darío entra al área puede pasar cualquier cosa”, dice el iniciador de la jugada épica, que terminó el partido bañado en sangre y con la camiseta agujereada, improvisando un cabestrillo.
Con admiración por Fernando Gago, devoción por Sergio Busquets y Sebastián Verón como un referente desde inferiores, el Nery Domínguez que aterrizó en el Racing renovado de Chacho Coudet y Diego Milito a principios de 2018 no tenía nada que ver con los últimos volantes centrales que se habían apoderado de las ovaciones del Cilindro. El estilo del Polaco Bastía y Ezequiel Videla tendió un fuerte lazo con los hinchas de Racing a base de sacrificio. Nery llegó desde Independiente con otra línea, y aunque cualquiera se podía permitir dudar sobre si iba a encajar o no, hoy la historia es puro encanto.