Lolo Miranda: la reivindicación en el fútbol argentino del jugador que Beccacece creó para su mediocampo
Cuando Leonel Miranda se fue a los Houston Dynamo de la MLS, Pablo Perazzo le dijo que a Estados Unidos tenía que ir solo para después volver y explotar acá. Algo le quedaba para mostrar. El mal momento de Independiente, el peor de su historia, le quitó lugar a los jugadores más jóvenes, quizás en búsqueda de mayor carácter para enfrentar una situación límite. Y Pablo, que lo dirigió en las canchas de baby del Club Albión de Dock Sud y que lo acompañó a los entrenamientos en el Rojo durante siete años, tenía la convicción de que el fútbol argentino todavía no conocía a Miranda.
En el baby le decían “Tibu”. “Le faltaban varios dientes y en la cancha mordía como loco, no paraba de correr. Era un tiburón”, cuenta Pablo, que se le pone la piel de pollo cuando habla sobre “Lolito”, como él lo llama. La categoría 94 de Albión jugaba de memoria y se destacaban tanto que hasta solían competir contra categorías más grandes. Fue el Mencho Balbuena, histórico delantero de Independiente, quien persiguió los rumores hasta el club de persianas verdes y amarillas. Fue tan grande el baile de los pibes de Albión a los del Rojo que el captador de talento fichó al equipo entero y a partir de la semana siguiente los cinco jugadores de siete años cambiaron el color de la camiseta. Que el sueño de llegar a primera haya arrancado tan temprano fue fundamental: el fútbol como ocupación total y como meta mantuvo al Lolo alejado de algunas malas influencias de Villa Tranquila.
En Villa Tranquila se combinan el marrón clarito de la calle de tierra con los colores apastelados de los murales que adornan las paredes. Son homenajes. “Nadie podrá matarte en mi alma, Nahu”, reza uno de los más grandes. En una esquina hay un dibujo de cuatro ángeles, al lado de una oración dedicada a “los pibes”. “Si no se matan entre ellos, los mata la policía”, le dice una vecina angustiada a una cámara de televisión que busca el impacto. En el barrio, ubicado solo a siete minutos del centro de Avellaneda, viven cerca de quince mil personas. Cristina, la mamá de los Miranda, limpiaba casas y con eso alcanzó para que a los tres hermanos nunca les faltase un plato de comida. “Para los chicos es muy difícil. Con que uno esté en una bandita, ya se puede complicar. Pero Lolo por suerte tuvo una mamá que lo alejó de las malas juntas y una conducta impecable. Lo único que quería era jugar y no se separaba de los pibes del club, iban juntos para todos lados”, relata Pablo, que además de haberlo dirigido es padre de uno de los compañeros de toda la vida de Miranda, por lo que los une una relación que hasta el día de hoy tiene lazos inquebrantables.
Los mensajes que llegaban desde Houston tenían una misma tónica. Lolo sumaba minutos, aunque el idioma costaba se sentía adaptado a la ciudad y ya conocía varios lugares para pasarla bien Melina, su novia. Pero extrañaba. Por eso cuando venció el préstamo y no renovó contrato con Independiente, la posibilidad de llegar libre a Defensa y Justicia lo sedujo. Era volver a instalarse en Argentina y estar cerca de su familia. Pero la vida nunca está tan programada y la desmotivación no tardó en llegar: Ariel Holan no lo tuvo en cuenta, lo veía mal físicamente. Jugó solamente 42 minutos en la temporada 2016/17 y en el mercado de pases siguiente, aunque el entrenador había dejado el club, le pidió a su representante que lo ubique en otro lado. Necesitaba cambiar de aire. En su cabeza, Varela no era el lugar indicado para resurgir. Hasta que llegó Beccacece y armó un amistoso para los futbolistas que no habían sumado muchos minutos en la temporada anterior, en el que Miranda jugó como interior derecho. “Vos vas a ser el cinco de este equipo”, le dijo el entrenador cuando terminó la práctica.
No fue un trabajo sencillo. Había que transformar un enlace o mediocampista interno a volante central. Siempre fue un jugador técnico, pero ahora debía crecer desde la lectura. El volante central debe entender el juego de sistemas, los enfrentamientos, cómo superar una presión, a que altura ubicarse. “Fue una apuesta de Seba, cuando llegamos le vio las condiciones y lo puso durante toda la pretemporada en esa posición”, relata Paqui Meneghini, actual entrenador de Audax Italiano y ex integrante del cuerpo técnico de Beccacece. Además, cuenta que también existió un trabajo individual para completar el crecimiento que se percibía en los tácticos: después de las prácticas, Miranda se quedaba en la cancha con el cuerpo técnico y trabajan acciones defensivas individuales. Disputas aéreas, duelos por el piso, cómo defender paredes, cuándo perseguir una diagonal y cuándo no. “El nivel que dio fue espectacular. No me sorprende que haya encajado tan bien y tan rápido en Racing porque es un jugador muy inteligente y con personalidad”, agrega Paqui.
Como le había dicho Pablo, a Miranda le quedaba algo para mostrar en Argentina y quedó en evidencia tras su paso por Defensa y Justicia. Su contrato vencía en diciembre de 2018 y podría haber salido libre, pero eligió renovar y jugar seis meses más para que el club pueda venderlo y hacer caja. Un agradecimiento al lugar que le permitió encontrarse con su mejor versión. Fue una de las figuras de la Superliga 2018/19 en la que Racing se consagró campeón y se marchó a los Xolos de Tijuana. Melina estaba embarazada y lo más cómodo era quedarse en Argentina, pero la chance de mudarse a México era la más convincente desde lo económico para todas las partes. Pero en su nuevo destino no la pasó bien: Melina tuvo algunos problemas preparto, Lolo la acompañó varios días en el hospital y el estrés lo venció en una noche en la que levantó fiebre, tuvo mareos y vómitos. Fue de la concentración al hospital para que lo atiendan y el fin de semana jugó igual, aunque su entrenador le había ofrecido quedar liberado. Encima el técnico rival agitó la previa del partido en conferencia de prensa: dijo que Lolo no iba a jugar «porque había estado de parranda». Al término del partido Miranda lo fue a buscar, le estrechó la mano y no obtuvo ninguna disculpa a cambio. Semanas después, Giovanni nació con buena salud y a Lolo le sonó el teléfono para volver a Argentina.
La primera vez que Beccacece se sentó con Milito en la oficina subterránea ubicada a la sombra del Cilindro, le dijo que Racing tenía que contratar al Lolo Miranda. al mánager le hizo ruido la idea de incorporar un futbolista nacido en la vereda de enfrente. Pero el entrenador traía consigo las métricas de la Superliga 2018/19, con las que demostró que el Lolo fue el jugador que más kilómetros corrió y que más pases efectivos entregó en el país cuando el Halcón de Varela le peleó mano a mano el campeonato al equipo de Coudet. Lo que vino después fue puro encanto. Miranda tiene un estilo que para el hincha de Racing hace algunos años se volvió entrador, con Marcelo Díaz y Nery Domínguez como referencias. En 13 partidos, aprendió a compartir la mitad de la cancha con el Chileno y Beccacece lo usó hasta de interno, un puesto en el que naturalmente tiene que tocar menos la pelota para recibir a espaldas de los volantes rivales y llegar al área a finalizar.
Para Miranda no sería una venganza triunfar en Racing. Su salida de Independiente fue dolorosa, pero no guarda rencor hacia nadie. Sí sería saldar una deuda personal. Las camisetas grandes no le pesan y demostrarlo en el fútbol argentino estaba pendiente. Los que más lo conocen hasta se permiten dudar de cuánto le interesaría volver a jugar en el exterior, porque sienten que su esencia está acá, en su país y con su familia. En el Club Albión, de donde también salió Román Fernádez (uno de los jugadores más prometedores de la categoría 2005 de Racing), es normal que los chicos coman viandas que Lolo dona para los días de partido. En pandemia, hizo una donación importante de alimentos y elementos de higiene a diferentes barrios de Varela. “Se habla del coronavirus, pero también hay gente que se muere de hambre, que pasa frío y no tiene dónde vivir”, dijo en una nota. A veces en el fútbol es más difícil encajar en grupos exitosos que en los golpeados. Cuando las cosas van bien, a los egos no les hace gracia que de golpe les quiten el lugar. En Racing fue todo lo contrario: cuando Lolo llegó al club, lo primero que le dijo Marcelo Díaz es que nadie se iba a enojar por quién jugase el fin de semana. Y después de la victoria ante Nacional en Montevideo, un compañero avisó: “Si se la damos al 19 vamos a estar bien”.