Iván Pillud: pertenencia y alegría
Hubo una noche de junio de 2017 en la que Iván Pillud sintió que todo había cambiado. Racing empataba 1 a 1 con Banfield en la última fecha del campeonato, pero necesitaba ganar para clasificarse a la Copa Libertadores del año siguiente. El aire que se respiraba adentro de la cancha era tenso: habían pasado muy pocos minutos entre el gol del Huevo Acuña y el posterior empate de Cvitanich, ambos equipos estaban dispuestos a batallar y la pelota viajaba rápidamente de área a área sin que nadie ejerciera control sobre el juego. Parecía que el destino estaba a merced de la puntería, que finalmente tuvo Racing. Maxi Cuadra había quedado bien abierto por la derecha y Acuña se había cerrado como un ’10’. El espacio del interno derecho estaba libre, entonces Pillud avanzó en diagonal y recibió libre, ante una perezosa respuesta del volante rival. Sacó un remate cruzado y al ras del suelo, desde afuera del área, fuerte pero imperfecto, hasta parecía que había rozado en alguien. Qué importa, fue gol. Un golazo. El partido terminó 3 a 1 y Racing se clasificó a la Copa. Al día siguiente partió bien temprano hacia Capitán Bermúdez, su pueblo y lugar en el mundo, y le dijo a su vieja que a partir de ese momento los hinchas lo iban a empezar a respetar más y que ese «amor-odio» del que tanto se hablaba se iba a transformar.
Es el jugador más antiguo del plantel, referente por valores humanos y compromiso con el club. Ya está en la historia.
A Pillud siempre lo caracterizó su alegría, pero hoy además convive con el resultado del trabajo largo y silencioso que lo llevó a cambiar su imagen. Cuando las malas eran más que las buenas, entendió que la perseverancia iba a poner todo en su lugar. Todavía se acuerda de que hace algunos años los hinchas se le acercaban para pedirle que deje de salir de noche y no guarda rencor, porque aunque a veces siente que en las tribunas no se valoran los esfuerzos y que cuando la pelota no entra abundan las injusticias, reconoce que en el pasado se equivocó. Hoy, con tres títulos bajo el brazo, el lateral de Racing es de los más buscados a la salida de los entrenamientos los días que el Club organiza visitas de los socios. Y no solo posa para las fotos o firma camisetas, sino que también entrega un presente: siempre tiene a mano varios llaveros con forma de camiseta de Racing, con el número ‘4’ en el dorso y su apellido, que manda a hacer especialmente para que los hinchas se lleven de recuerdo.
Convertirse en un referente le llegó de golpe. Cuando se dio cuenta que era el único jugador que había salido campeón en 2014 que quedaba en el Club, sintió que le tocaba a él. Marcelo Martín, coach y crack cuando se habla del liderazgo como materia, le dijo que a Racing le iba a ir muy bien si lograba volver a fortalecerse internamente como grupo, y para Pillud fue como un punto de partida en una tarea que tenía que asumir. Entonces comenzó a moverse como una segunda guitarra de Licha López en el vestuario. Sus compañeros lo describen como un tipo inquieto en todo sentido. «Necesita saber cómo estás, te pregunta si necesitás algo, si estás contento», cuenta uno de los jugadores más nuevos del plantel. Es ahí donde mayor incidencia tiene Pillud: en cómo se recibe a los que llegan. «Cuando llegó Mateo Cassierra vivió una semana en el hotel donde concentramos. Un día en el almuerzo lo agarró Pillud y le dijo que se iba a poner a buscarle departamento», recuerda uno de los futbolistas del plantel.
Ganó tres títulos y mucho más: el respeto y afecto por su aporte en la cancha y fuera de césped.
Pero más allá de la sonrisa de oreja a oreja y la cargada permanente, hay momentos en los que Pillud también frunce el ceño para cuestionarse las realidades que lo rodean. Le preocupa que los jugadores más jóvenes tengan todo al alcance de la mano. Le molesta que los lujos lleguen antes que el hecho de afianzarse en primera porque genera confusión. Una vez escuchó por televisión a Oscar Ruggeri hablar sobre «los amigos del campeón», que siempre aparecen en la vida del jugador cuando éste se encuentra en la cresta de la ola y no se pudo sentir más de acuerdo e identificado. Por eso está encima de los más chicos, trata de transmitir su experiencia desde el «ojo con quién te juntás» hasta el «cuidate». Aunque en su momento le habían aconsejado no hablar acerca de su lucha contra la Hepatitis B, no siente vergüenza y trata de concientizar al respecto.
Permanecer genera arraigo. A Pillud le cuesta imaginarse afuera de un lugar donde supo pasarla tan mal y hoy está tan bien. Hace algunos años no toleraba las derrotas, más de una vez se encerró en su casa a masticar la bronca de haber perdido clásicos, sin hablar ni salir con nadie. Ahora es el momento de disfrutar y de ser el ejemplo. Coudet, a la distancia, todavía lo señala como uno de los jugadores más importantes para obtener el título de la Superliga 2018-19: por cómo se entrenaba aunque fuera a quedar afuera del banco de los suplentes. Vivir el día a día en el club del que se enamoró es su prioridad. A su manera, con alegría y cerca de la gente. Como el día siguiente a la consagración de la Superliga ante Tigre, que después de festejar en el Obelisco durmió cuatro horas y se fue a pescar con dos porteros del Club.
Matías Petrone, para Racing Club Oficial.
Foto: Racing Club.