Estirpe de campeón
Racing le ganó 2-0 a Rosario Central, en Arroyito, con un segundo tiempo pleno de autoridad. El equipo de Gustavo Costas, a una semana de la consagración en la Copa Sudamericana, mantiene su determinación para ir también por la Liga.
La ambición deportiva es un rasgo de raza. De aquella que se nutre de la inconformidad y la necesidad vital de buscar más, aun en épocas de prosperidad. Porque eso distingue a los equipos que crecen y se fortalecen en la competitividad. A una semana de la histórica consagración en Asunción, en la Copa Sudamericana, la formación de Gustavo Costas confirmó el mensaje emitido por el DT, ese testimonio que anunció la voluntad firme de pelear hasta el fin en lo más alto de la Liga. La fiesta internacional no dejó lugar a resaca local…
A Racing, con bajas abundantes (no estuvieron, por diversas causas, Quintero, Salas, Roger Martínez y Almendra), le llevó un tiempo, el primero, acomodarse y medir por dónde definir el partido. La paridad que rigió en ese período casi no tuvo alteraciones. La idea de progresar con Vietto como enlace, con las proyecciones de Rojas, abierto por izquierda, y Martirena, con rompimientos por adentro antes que por la banda, funcionó durante algunos momentos. Pero en ningunos de los dos lados hubo consistencia ni aproximaciones abundantes. Racing anduvo cerca de Broun con un remate de Rojas y con un pase filtrado de Vietto para Solari, cerrado por un rival justo en el instante del remate. Central apuntó a la distribución de Gómez con Lovera como compañía, y a la amplitud que le daba Sandez por izquierda. Un toque del lateral izquierdo en un palo, a la salida de un córner, fue la mayor preocupación para Arias. El festejo de Ruben sobre el final de la etapa se diluyó enseguida porque el VAR marcó, correctamente, el offside de Copetti en el inicio de la maniobra.
En el segundo no hubo demora en marcar territorio y fijar superioridad, que se fue convirtiendo en un dominio consistente. La intensidad, esa que siempre pide Costas, apareció de inmediato: Martinera presionó alto, recuperó la pelota, la puso en el área de Central, Martínez no logró definir, pero Vietto sí con un zurdazo de primera. Desde entonces se jugó a placer, con un rival sin recursos para complicar y con la comprensión de lo que había que aplicar: control de pelota, circulación y ocupación de espacios en ataque. Vietto lo tuvo para repetir, Zuculini complicó con un derechazo… Hasta que una mala salida de Broun le cayó a Martínez, siempre capaz de maravillas: zurdazo por arriba, desde casi 20 metros, para un 2-0 que estimula.
Racing va, sin alardes ni soberbia. Le alcanza con la convicción en sus fuerzas y el camino que le marca la historia.