Empate 2 a 2 frente a River en el Monumental
Racing jugó en muy buen nivel en cancha de River, se soprepuso a un 0-2 en el primer tiempo y dominó por completo el segundo, cuando llegó a la paridad con cabezazos de Copetti y Miranda. El equipo fue un ejemplo de aplicación, compromiso colectivo y determinación para jugar en campo rival la mayor parte del los 90 minutos.
Con compromiso colectivo, con funcionamiento colectivo en alto nivel, con voluntad y determinación para superar la adversidad. En fin… Con grandeza. Porque hay que tener las convicciones firmes para reducir a River, llevarlo a la incomodidad plena en su casa repleta y sobreponerse a una distancia exagerada en el marcador al cabo de la primera etapa. Eso provocó Racing.
Hubo sensaciones favorables, por supuesto, y de inmediato. Porque a despecho de los antecedentes más recientes -con resultados desfavorables-, Racing hizo del campo ajeno una prioridad. Con cuidados en los retrocesos, con las bandas y pasillos interiores con custodia atenta, sí, pero a la vez con achique hacia adelante y decisión por la ventaja. Los primeros testimonios, un bombazo de Mura que Paulo Díaz sacó en la línea con su cabeza y otro de Miranda desviado por Armani al córner, daban cuenta de que ante el rival más exigente de los últimos años, en el terreno local y muchas veces en el ámbito sudamericano, Racing tenía en claro qué hacer.
El fútbol, muchas veces, encaja detalles y habilidades individuales para desbaratar desarrollos complicados. Cerca de la primera media hora y con apenas una aproximación en su haber, River sacó ventaja con disparo externo de Barco, veloz y hábil un ataque directo. Aun en partido, a tres del cierre, una salida inexacta desde la defensa tomó al equipo abierto y a De la Cruz con espacio para el tiro cruzado para el 2-0. Demasiado para el contexto de esa primera etapa.
No hubo casualidad en el desempeño de la Academia sino causalidad. Y, más allá de la necesidad de remontar el 0-2, Racing ratificó en cada paso, ya en la reanudación, que sabía qué camino transitar. El descuento con el cabezazo de Copetti, a los 16 minutos, luego de un exacto centro de Hauche fue precedido por cuatro situaciones nítidas (una de ellas, otra vez desviada por Díaz en la línea de gol). River se paró de contra pero los recobres inmediatos de los volantes y la presión que seguía ejerciendo la primera barrera -los puntas- le impedían prosperar. Racing mandaba sin fisuras, tanto que la única aproximación local fue un derechazo de Bruno Zuculini que Chila Gómez desvío a media altura.
Una más iba a generar Racing y el recurso aéreo renovó su eficacia con la secuencia Mura-Copetti-Miranda, que jamás abandonó la maniobra y llegó para definir con otro golpe de cabeza. ¿Festejar un empate? Pregunta inútil: se celebra, claro, una reacción que llevó a la paridad, pero mucho más el método aplicado por todos, los de adentro y los de afuera, para aquello sucediera.
Fuente: Prensa Oficial Racing.