Así se juega un clásico
Racing le ganó 2-1 a Boca luego de haber empezado en desventaja y de haber sido superior en todos los rubros del juego, en lo técnico, táctico y en el carácter. Así trepó en la tabla y no se baja de la pelea por la Liga.
Hubo compromiso, organización, sentido colectivo y coordinación para marcar tendencia de manera permanente, para imponerse en casa rubro del juego y para torcer un desarrollo -por fin- que había comenzado de manera desfavorable. Racing fue más que Boca y dictó la manera de jugar, con un equipo ancho que clausuró las bandas (funcionaron los laterales subidos que se pararon en línea de 5 en defensa y de 4 en el medio, y también Salas y Carbonero fijados para que Blanco y Barinaga no se lanzaran con libertad). El 1-1, con el empate oportuno de Nardoni apenas tres minutos después del gol de Giménez, acomodó el partido y destacó la capacidad del volante para recuperar alto. Hubo, también, defectos que pusieron a Boca en situación próxima a Cambeses, sobre todo cuando la última línea se paró en línea y no tuvo precisión en la reducción de espacios. Así nació el 0-1 y, luego, dos intervenciones de Cambeses para taparle remates francos a Merentiel. De todos modos, Racing llegó con más frecuencia a Romero, en general con lanzamientos cruzados que Adrián Martínez y Salas no pudieron resolver desde posiciones favorables.
Racing no bajó la intensidad, siguió mandado en los duelos individuales, corrigió el posicionamiento atrás y, aunque no tuvo tanta fluidez para llegar al arco rival como en los primeros 45 minutos, siguió rigiendo en el campo a partir de una determinación que llevó la pelota a terreno ajeno. Sostenido por una defensa sin fisuras y por una organización compacta que no concedió ocasiones, la voluntad de ir por los tres puntos -hija, por cierto, de la necesidad de seguir en la pelea por la Liga- también marcó diferencias ante un rival que presentaba las mismas necesidades (de hecho, llegaron a este duelo en la misma ubicación, con 21 unidades).
La mano de Gustavo Costas, evidente en la supremacía general, también apareció en el recambio. Con Roger Martínez y Juanfer Quintero en el tramo final ratificó el mensaje. De una asistencia del volante a la salida de un tiro libre llegó el cabezazo del punta, casi sobre el final, que puso el resultado en plena coherencia con el desarrollo.
Racing plantó bandera, la de la convicción. Con eso siempre es posible el triunfo…