Segundo triunfo al hilo

Segundo triunfo al hilo

Racing le ganó 1-0 a Platense y saldó la deuda de los dos triunfos consecutivos, algo que había conseguido por última vez en abril. El equipo tuvo juego y también músculo para adaptarse a un contexto de fricción. El gol de Maxi Romero fue consecuencia de otra combinación de toques, como sucedió ante Patronato.

Un escalón más en la senda del paso a paso. Necesario para retomar la rutina del triunfo continuado (desde abril que no se podía encadenar dos victorias) e indispensable para reforzar la convicción de que, hasta el último instante del torneo, sólo habrá finales. ¿Podría haber sido con más amplitud en función de un desarrollo en el cual Racing tuvo posesión de pelota y control del juego? Es probable… Pero el primer requisito se cumplió acabadamente. Y fue con yapa, porque que gol de Romero surgió -otra vez- de una combinación exquisita: pase recto de Moreno, control de Romero y cesión a Vecchio para una pisada y zurdazo del cual derivó un rebote que el punta, atento, fue a pescar -jamás se desentendió de la maniobra- para definir con una pelota picada sobre el achique de Ledesma.

Racing leyó bien los signos del partido. Porque ante la recarga ofensiva de Platense (Omar De Felippe metió toda la dotación de ataque que reservaba en el banco), Fernando Gago reordenó el esquema en función de esa circunstancia. Con Galván hubo poder aéreo, con Miranda un dique mayor en el medio y con Carbonero, un ejecutante para salida de contra. No fue la primera vez que el equipo supo adaptarse.

Los dos primeros minutos fueron una advertencia que Racing tomó con rapidez. Porque dos ataques verticales de Platense se combinaron con imperfecciones en el posicionamiento defensivo que pudieron haber complicado seriamente (en la segunda, el cierre de Mena sobre el remate de Morgantini impidió el gol local). Racing corrigió sin demora, ganó la pelota la movió a lo ancho y siempre dio la impresión, durante los primeros 45 minutos, que bastaría con un último pase exacto para sacar ventaja. Y eso fue lo que le faltó a la circulación que nacía desde propio campo y, en general, encontraba a Moreno para el eslabón al que se sumaba Vecchio. El traslado, cuando cambiaba de velocidad, encontraba huecos detrás de los volantes de Platense; sin embargo, alguna imprecisión y, también, dificultades para un control propicio en los metros finales hicieron que esa posesión no se transformara en situaciones nítidas en el área ajena.

Con el repliegue que Platense expuso en la reanudación, Racing pudo subir la pelota hasta más allá de media cancha y buscar hasta detectar la mejor conexión, como sucedió en el 1-0. Con músculo, el triunfo quedó atrapado. Al cabo, se trata de otra virtud…

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