Mis viejos me contaron que…

Mis viejos me contaron que…

Algo personal de Federico Illan, a 20 años de la creación del Predio Tita. Mientras el destino institucional de Racing era una incógnita, las bases del futuro ya empezaban a construirse. Un 9 de julio del año 2000, hace exactamente 20 años, se inauguraba el enorme Tita Mattiussi: el único complejo en el mundo construido por sus propios hinchas

La lluvia era incesante y las calles de Avellaneda se inundaban. Pero nada pudo detener la ilusión de un grupo de hinchas que estaban dispuestos a cometer cualquier tipo de locura para hacer que el club de sus amores empezara a soñar en grande. Aquel día, para iniciar la actividad, se realizó un bingo con el objetivo de recaudar fondos. Aunque por aquellos tiempos era inimaginable, ese día de la patria, la fabrica se ponía en funcionamiento y la re-fundación de Racing tenía su puntapié inicial. Hoy, el resultado es totalmente visible: futbolistas que juegan en las mejores ligas del mundo, 100 millones de dólares para las arcas económicas y un presente institucional complemente diferente.  

Al Predio Tita voy desde que tengo uso de razón. Mis viejos, Eduardo y Karina, se sumaron a colaborar desde sus inicios. Primero, llevaron adelante el proyecto de crear el colegio del club; y después, con el baby fútbol, el departamento médico y el área de asistencia social.

Mi viejo, socio vitalicio y bioquímico, sobre la etapa inicial del Tita, me cuenta: “En los primeros años un socio había prestado una topadora para alisar y mover la tierra porque había partes que se debían rellenar para que, en un futuro, se pudieran usar. Un día fueron y no estaba más. Se la habían afanado”.

Y mi vieja, trabajadora social y socia de antaño agrega: “En el 2002, se firmó un convenio con Blanquiceleste SA para que las inferiores puedan jugar en el predio, a cambio de que la empresa refaccione el sector del galpón que correspondía a la Mutual. Lo primero que hicieron fue construir un muro para dividirlo por la mitad. Le decíamos el Muro de Berlín, porque del otro lado no podías pasar”.

Durante muchos años, viví en el Predio. Ahí, mientras mis viejos laburaban por Racing, jugaba al fútbol: primero en la escuelita y después en el baby. Hoy, ya como periodista, me toca ir para trabajar e informar lo que sucede con la vida institucional. Y siempre voy a seguir yendo porque al Tita ya lo adopté como mi segunda casa.

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