Gastón Gómez: «Los jugadores no podemos vivir en un cuento de hadas»

Gastón Gómez: «Los jugadores no podemos vivir en un cuento de hadas»

-Republicación de la entrevista realizada en junio de 2019 por Gonzalo Cardozo y Matías Petrone-

“Hace dos o tres semanas me agarró un ataque de pánico en mi casa. ¡Horrible fue! Sentía que me estaba muriendo, que me iba a morir. ¡Literal! Sentía que se me dormía un brazo y la cabeza…y además todo un calor en el pecho y como que se me cerraba la garganta. Estaba con mi vieja, pero fue horrible. Me empezó a agarrar taquicardia y sentía que me iba a morir. Tuve desesperación y me faltaba el aire. Me faltaba el aire y como que necesitaba salir de mi casa. Fue una experiencia horrible y no la quiero volver a pasar. Nadie lo sabe en el club. Lo cuento como un testimonio y si alguien quiere venir a preguntarme algo no tengo drama. Dios me ayudó a salir de todo eso, y por ahí hay alguien que tiene algún problema o está pasando por una mala situación y, quizás, escuchando un testimonio así y creyendo le puede servir como una salida”.

Gastón Gómez es cristiano evangélico. En 2015, estuvo casi 3 meses con depresión a causa de diferentes y desafortunados sucesos personales y familiares. Primero sufrió una fractura en la mano. Después le agarró un virus en el bazo. Nuevamente una fractura en la mano pero en otro hueso. Posteriormente a la operación, para cerrar el año, padeció apendicitis. Para colmo, su madre y sus dos hermanas perdieron el trabajo. “Todo junto”, admite Chila.

Su mamá Adriana limpiaba en un boliche. Llegaba alrededor de las 6 de la mañana y se retiraba a las 14. Pero un día tuvo un accidente: se cayó de una escalera y se rompió el brazo y el hombro. Como estaba en negro, no le cubrieron absolutamente nada. Con el salario mínimo que ganaba Gastón en ese momento, se hizo cargo de la familia. Mantenía la casa. “Mandaba plata para que ellos pudieran comer, quizás”, se sincera.
Todos juntos, empezaron a ir a una iglesia cristiana evangélica llamada “Centro de Bendición”. Y la bendición llegó. Y las cosas empezaron a cambiar. Adriana empezó a laburar de nuevo y una de sus hermanas también. Chila -o Chiqui- firmó la renovación de su contrato y llegó el debut. Y así asomaron los buenos partidos y una nueva renovación. A partir de ahí, fueron todas cosas buenas.

Hasta que, por temas personales, dejó de ir a la iglesia y, créase o no, fue cuando se lesionó la rodilla a principios de este 2019. “Quieras o no, fue un llamado de atención para que vuelva a ordenar mi vida. Porque era un despelote ya. Entonces para mí son cosas que tienen que pasar”, dice el arquero nacido en Mar del Plata. Así como en su momento salió de la depresión gracias a su acercamiento a Dios, también pudo superar el ataque de pánico . Viajar a su ciudad y hablar con el pastor de la iglesia, Josué, fue vital para reorganizar su vida. “Es creer o no, qué se yo. Yo creo que fue eso”, asegura Chila.

 

Gómez va a ser uno de los mejores arqueros de Argentina en el futuro”, ¿Sabés quién lo dijo?

Sí, Chilavert. Lo tomé como un impulso para seguir creciendo en ese momento. Una vez me llamó por teléfono y todo. Estaba yendo a Pilar para hacer la pretemporada, después de haber debutado. Me sonó el celular, miró y decía que era un número privado. Atiendo y era Chilavert, ja. Me deseó lo mejor, que siga para adelante. No me esperaba algo así, pero tampoco me la creí porque me haya llamado Chilavert.

¿Fue tu referente?

No, nunca lo tuve como referente porque no sabía mucho de él cuando era chico. Me empezaron a decir Chila porque en Mar del Plata hacía goles de tiro libre, nada más.

¿Acá seguiste pateando?

No, no. Pateé un penal una vez, contra Huracán jugando en liga, pero le pegué tan mal que dije “nunca más”. Igual fue gol, eh. Pateé fuerte al medio, el arquero se quedó parado y la metí de rebote, con la zurda.

¿A qué edad llegaste a Racing?

A los 15. En junio 2011 me consiguió una prueba Gustavo Pinero (entrenador de arqueros ex Racing y Selección Argentina). Estuve tres días a prueba y quedaron en llamarme para volver. Después en octubre me llamaron para jugar en liga y en diciembre me dijeron que ya me tenía que quedar.

¿Ya proyectabas venir acá a Buenos Aires a vivir?

No, de hecho me pasó algo un año y medio antes de venir a Racing. Vine a Estudiantes de La Plata y quedé, pero me volví a Atlético de Mar del Plata porque extrañaba a mi familia, no aguanté. Tenía 13 años y para mi era todo un mundo nuevo. Siempre fui muy familiero y extrañaba todo. Con lo de Racing me sentí afortunado de haber tenido una segunda oportunidad y sentí que esta vez no podía desaprovecharla. Siempre digo que todo pasa por algo, lo de Estudiantes me sirvió como aprendizaje y estando en Racing ni se me cruzó por la cabeza volverme.

¿Para triunfar en el fútbol te tenés que ir de Mar del Plata? No hay clubes grandes.

Sí, es algo que hablé siempre con mi viejo, que jugó al fútbol. Para crecer o llegar algo me iba a tener que ir de Mar del Plata. Sentía que no allá no estaban las oportunidades para lograr lo que realmente quería. Ahora está empezando a cambiar eso, porque Aldosivi ya juega en primera y con el ascenso de Alvarado.

¿Siempre de arquero?

No, al principio jugaba. Arranqué en unas canchitas muy humildes donde iban pocos chicos. Entonces casi nunca completábamos los equipos y nos ponían donde faltase uno. Aparte era medio vago, entonces quedaba como primer cambio. Jugué en todos los puestos.

¿Y qué te gustaba más?

Delantero. Pero un día me tocó atajar y me fue relativamente bien, entonces no me dejaron salir más. Una vez le dije a mi vieja que no quería ir más a jugar ahí porque no quería ser arquero.

¿Se te dio todo muy rápido? Lo bueno y lo malo, porque pasaste de parecer titular indiscutido a hoy estar muy por detrás.

Sí, esto es así. Un día estas en la cima y al otro capaz que dejaste de jugar. Yo siempre me enfoco en el trabajo, no me apuro ni me pongo loco por querer jugar ni porque la gente sepa de mí. Tengo el perfil más bajo en ese sentido, mientras menos llame la atención, mejor. Soy muy sencillo, común. Cuando era titular mis amigos me mandaban cosas que se decían sobre mí y ni las miraba. Me comparaban con Musso, algo que nunca me gustó. Juan hacía lo suyo y lo hacía excelente. Nos parecieron injustas las críticas que recibió.

¿No sentiste impaciencia, ganas de seguir atajando en otro lado?

A veces pensás en esas cosas. Lo hablé mucho con mis viejos. Me dijeron que tenía que estar tranquilo, que a veces a los arqueros les cuesta un poco más de tiempo explotar. También lo hablé con Fernando (Gayoso, entrenador de arqueros) y me aconsejó siempre para bien. En algún momento surgieron posibilidades para irme a préstamo pero no se dio, quizás porque Racing no quiso. Son cosas que pasan, con el tiempo lo vas entendiendo.

¿Quisiste irte?

Sí, cuando salió una posibilidad de irme a Los Andes me calenté un poco, en el buen sentido, porque me parecía una buena oportunidad. Ahora a la distancia creo que no era el mejor momento.

¿Estabas preparado para atajar en la Sudamericana?

Mirá, te cuento algo. La semana previa a viajar a Colombia estábamos hablando con el psicólogo y le dije “sabés que todavía no me siento listo para jugar, me falta algo”. Sin embargo cuando entré salió todo bien, me sentí bárbaro.

¿No te sentías preparado desde lo mental o desde lo futbolístico?

Desde lo futbolístico. Pensé que me iba a costar más el juego. Pero estuve cómodo. Es más, a mi representante siempre le digo que en reserva se me hacía más difícil que cuando tuve que jugar en primera. No sé por qué, no es de fantasma ni nada, pero lo sentí así.

¿Por qué?

Creo que por la calidad de los jugadores de primera. O sea, por los compañeros. Hay más experiencia, manejan mejor los momentos. En su momento me tocó jugar con Vittor, Lea Grimi, Luli Aued… Me dieron mucha confianza. Con ese respaldo te soltás.

¿Cómo fue el partido en el Monumental?

Uff, hacía un frío. ¡La gente! Lo imponente que es ese estadio… Es terrible. En la previa estaba cagado. Re cagado en las patas. Una vez que empezó el partido se me fue yendo. Era la primera vez que jugaba ahí, fue muy imponente. Me acuerdo que hablaba con mis amigos, les decía que Alario y Driussi me iban a llenar la canasta de goles. Después entró Larrondo, que no le hacía un gol a nadie y me lo vino a hacer a mí, ja.

No hubo muchas llegadas claras de ellos hasta que empezaron a tirar centros.

Sí, en el último salí a cazar mariposas, ja. En ese momento, cuando sale el centro, lo quería cortar para quedarme más tranquilo. Di dos pases y pensé “no llego”, pero ya no podía volver, porque me llegaban a cabecear e iba a quedar a mitad de camino. Entonces me mandé y los choqué a todos. Pedían penal, gritó toda la cancha. Pero bueno, no cabecearon. No pensé en los resultados que podían darse, yo salí a jugar como cuando era chiquito y lo disfruté mucho.

Contra River estabas cagado. ¿Y contra Corinthians?

No, al contrario. Ese día estábamos en la entrada en calor y le dije a Gayoso: “Qué lindo que está para jugar”. Aparte los peleé a los brazucas en la entrada en calor. Nos puteaban, nos hacían gestos y yo me les reía, les contestaba. Chicanas del fútbol. Estaba hermoso para jugar, ese estadio también es terrible. Lo disfruté mucho.

¿Ese día te mostraste en serio por primera vez?

No sentí que me estaba poniendo en escena en ese partido. Te llaman para las notas y eso, pero no me gustan mucho, todavía me da un poco de vergüenza. No me pasaba muy seguido pero empezaron a pedirme fotos en la calle. Pensaba en cuando era chico que me hubiese gustado tener una foto con algún jugador y nunca pude sacarme ninguna, por eso nunca voy a negar una foto.

¿Cómo te lesionaste?

Estábamos haciendo unos trabajos de presión bastante boludos, sencillos. Había que salir a presionar al que tenía la pelota en diagonal. Y en un momento frené para cambiar de dirección, se me dobló el tobillo y la rodilla se me fue para adentro. Me podría haber hecho pedazos el tobillo, cortado los tendones… Podría haber sido mucho peor de lo que fue. Nada… Se me fue la rodilla para adentro y ahí dije “chau, se me desarmó la pierna”. Pensé que era peor. Se escuchó como cuando rompés una ramita. Pensé que se me había salido la tibia, que me había quebrado todo. Fueron cinco minutos de mucho dolor, y cuando se me empezó a aliviar me di cuenta que eran los cruzados. Encima el doctor no me quería decir. Yo le decía “Dale, decime que me rompí, si total no podemos volver el tiempo atrás”. Y me decía que no, que había que esperar los estudios. Quería estar parado y se me iba la rodilla para atrás, no podía camiar. Sabía que me había roto, no podía ser otra cosa diferente. Y desde ahí me puse a pensar en positivo, en meterle para adelante. No podía hacer otra cosa.

Coudet no quiso que venga otro arquero. Te bancó y reveló que te pidió que bajes de peso.

Nos habíamos puesto una meta, tenía que bajar cinco kilos. Los bajé en tres meses y los mantuve durante el año. Hasta bajé de más. Nunca me habían exigido para que esté mejor y yo nunca fui consciente de que podía estar mejor. Eso me hizo crecer mucho en lo profesional, lo valoro. Aprendí a prestarle atención a las comidas, a entrenar de otra forma. Cambie mucho la cabeza para motivarme a entrenar más y mejor. Me dieron un plan de una dieta y lo cumplí, con una comida permitida a la semana que la cumplo los miércoles, que me junto a comer con amigos en La Plata.

¿Cómo es la vida del jugador que no juega?

No me gusta salir mucho, soy de quedarme bastante en mi casa. Tomo mate, juego a la play, invito amigos. Encima tampoco viajo mucho a Mar del Plata porque odio manejar, a mi familia la hago venir par acá. También leo por Internet, no libros completos, pero me gusta leer notas. Más allá del fútbol y el deporte en general, me interesa todo lo relacionado al sistema económico y todas esas cosas. No entiendo mucho eh, pero me gusta leerlo. Debes en cuando le saco la fichita y voy aprendiendo cosas.

¿A quién leés?

No leo uno solo, miro todos los diarios como para tener una idea más amplia de cómo piensan todos en general. Porque si leo Clarín que habla una cosa, leo el otro que habla otra cosa… Argentina, es así. Un quilombo. La política es un clásico, como un Boca – River o un Racing – Independiente, el que está con uno va a tirar mal para el otro y así sucesivamente. Quiero conocer todos los puntos de vista.

¿Por qué te empezaste a interesar? ¿Alguien te lo inculcó?

Nadie me lo inculcó. A veces enganchaba Intratables o el programa de Fantino en la tele y me surgió interés. Quería entender mejor de qué hablaban. Vos ves qué el dólar se te va a $50 y querés saber por qué pasa. Yo ayudo mucho a mi familia en lo económico, entonces quiero saber bien qué conviene y qué no. Por eso empecé a informarme más y me gustó.

¿Se mete la política en un vestuario?

El fútbol es el tema principal en un vestuario, es difícil que se hable de otra cosa. Solo con Javi García hablo de otros temas porque pasamos mucho tiempo juntos.

¿El jugador vive como en una burbuja?

Sí, pero de la burbuja hay que salir. Yo me tengo que preocupar por la realidad, no puedo vivir en un cuento de hadas. Porque un día de esto se va a acabar ¿y qué hacés? Somos personas normales, que nos tocó la suerte de jugar al fútbol, de tener otro estilo de vida, de poder darnos algunos lujos que quizás con otras profesiones no nos pudiésemos haber dado, pero no por eso tenemos que ser extraterrestres.

¿Te cambió mucho firmar tu primer contrato?

No me volvió loco pasar a ganar plata. Cuando firme un contrato y vi el salario que iba a ganar me puse contento por mi familia, por poder ayudarlos. Eso me puso feliz.

¿Es corta la carrera del jugador?

Yo pienso jugar hasta los 40, jaja. No, a ver. Pienso bastante en los casos como lo de Toresani, o hace poco leí también una carta que escribió Camote Acuña que contaba que él se salvó gracias a la mujer. O sea, no me preocupa pero sí me llama la atención cómo de ser conocido y vivir una vida excelente pasás a no tener nada. Y es una edad en la que estás empezando a vivir la vida. Porque con 34 – 35, sos joven todavía. Por eso no está mal que el jugador estudie a la par que juega y no espere a retirarse para hacerlo.

¿Tenés algo pensado?

Me gusta todo lo relacionado al marketing. Pero todavía tengo algo de tiempo, aunque se que no me tengo que dejar estar. Primero tengo que dar las dos materias que tengo pendientes del colegio. Después, recuperarme de la rodilla.

¿Cómo fue pasar a vivir solo por primera vez? Después de la familia y la pensión…

Costó. A los 17 años firmé el primer contrato, entonces me tuve que ir de la pensión. Me hice amigo rápido de un vecino del edificio y andaba para todos lados con él. En el fútbol tengo pocos amigos, pero los que tengo se que son fieles. A casa no venía mucha gente porque me gusta estar solo, parece depresivo pero en serio me gusta descansar, estar tranquilo.

¿Y las compras? ¿La cocina?

Llamaba a mi vieja cada dos por tres porque en serio que no sabía nada. Es maestra cocinera ella, sabe. Y por ahí yo la llamaba para que explique como hacer una milanesa, qué puedo usar para limpiar, cómo sacar una mancha… Cosas que son pavadas. Recién el año pasado me acomodé, tengo todo al día, la casa ordenada.

¿El 2020 puede ser otro punto de partida?

Ahora es otro punto de partida. Empecé a correr de nuevo, lo cual es muy positivo. Obviamente llevará su tiempo pero todo queda en el esfuerzo mío.

¿Está lesión es el primer obstáculo grande que tenés en tu carrera?

No, ni cerca. Pasé por momentos durísimos que no tienen nada que ver con lesiones.

¿Qué fue más duro que esta lesión?

Estuve con depresión. Fueron casi tres meses, en 2015, ya jugaba en reserva. Se mezclaron algunos sucesos de mi familia con cosas que me pasaron a mí. Primero me fracturo la mano, después me agarra un virus en el vaso, después me fracturo la misma mano pero en otro hueso. Me operan y a fin de año me agarra apendicitis. Me pasó todo, completo. A todo esto, mi vieja y mis dos hermanas se quedan sin laburo. Todo junto. Yo ganaba lo mínimo en ese momento, pero mantenía mi casa desde acá. Les mandaba plata para que pudieron comer. Estaba todo muy difícil.

¿En qué trabajaban?

Ellas limpiaban en un boliche. Iban a las 6, 7 de la mañana hasta tipo 13, 14. Mi vieja perdió el laburo porque tuvo un accidente. Se cayó de una escalera y se rompió el brazo y el hombro. Y encima estaba laburando en negro, así que imaginate. ¡No le cubrieron nada!

¿Y cómo fue el proceso para salir de la depresión?

Bueno, nosotros somos cristianos evangélicos. En las vacaciones empecé a ir a una iglesia que se llama “Centro de Bendición” en Mar del Plata, con mi vieja. Antes también íbamos, pero no éramos tan fieles. Y a partir de ahí las cosas comenzaron a cambiar. Mi vieja empezó a laburar de nuevo, mi hermana también, a mí me renovaron el contrato. Después debuté, jugué bien, al año me renovaron de vuelta. Todas buenas.

¿Acá en Buenos Aires vas a alguna iglesia?

Sí, sí. Hasta que dejé de ir por temas personales… Y me lesioné la rodilla. Quieras o no, para mí fue un llamado de Dios para que vuelva a acomodar mi vida. Porque era un despelote ya. Como dije antes, yo creo que todo pasa por algo. Son todos que pasas y tienen que pasar. Aparte de la lesión, hace dos o tres semanas me agarró un ataque de pánico en mi casa. ¡Horrible fue! Sentía que me estaba muriendo, que me iba a morir. ¡Literal! Sentía que se me dormía un brazo, la cabeza. Y me agarró todo un calor en el pecho y como que se me cerraba la garganta.

¿Nunca te había pasado algo así?

¡No, nunca! Fue horrible. Me agarró una taquicardia tremenda, me estaba muriendo. Sentía que me moría. Me desesperé. ¡Me faltaba el aire estando sentado en mi casa! Como que necesitaba salir. Justo estaba mi vieja en casa conmigo. Cuando se me pasó llamé al pastor de la iglesia de Mar del Plata, Josué, y al día siguiente viajé para allá. Quizás es medio enroscado el tema para poder explicarlo, pero yo salí de esa situación gracias a Dios.

Antes dijiste que tu vida era un despelote. ¿Por qué?

Creo que por ahí no llevaba una vida ordenada en el sentido que la religión indica para estar cerca de Dios. No es que salía de joda o cosas así, es que no cumplía con esa disciplina. Me alejé de la iglesia y me empezó a ir peor. Es creer o no. Que se yo. Fue una experiencia horrible y no quiero que me vuelva a pasar.

¿Lo contaste en el club?

No, no lo sabe nadie. Lo conté recién porque se dio. No tengo drama si alguien quiere venir a preguntarme algo. Es un testimonio que le puede servir a alguien que tenga algún problema. Dios puede ser una salida.

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